lunes, 28 de enero de 2019

LECTURA 3

LECTURA 3

El cientificismo


Esta tendencia postula una autonomía absoluta de la ciencia, en la medida en que prácticamente no existen límites para la validez y la extensión de la investigación del conocimiento científico. Esta pretendía autonomía le daría a la ciencia libertad plena para realizar su tarea sin ningún interferencia o regulación. Desde esta perspectiva, los cuestionamientos éticos y sus valoraciones no tendrían cabida ya que la “respetabilidad” y el “prestigio” de la actividad científica la hace ser única que garantiza de manera rigurosa, objetiva y confiable la explicación de la realidad física y social, así como la que da respuestas correctas a las múltiples preguntas que se formula el ser humano para incautar el desarrollo social.

Así entendida la ciencia, representaría valores superiores a otras actividades humanas, como las de la estética, la religión, la política y por supuesto de la ética. De esta manera, el cientificismo defiende la fuerza milagrosa y absoluta de la ciencia por la que se constituye en dueña del poder de decir lo que es válido, lo confiable, los aceptable, lo benéfico, útil o determinante en el desarrollo de la sociedad.

Para el cientificismo el único conocimiento valido o genuino no pueden ser el metafísico, poético o místico, sino solo aquel que se ha generado a partir de la exigencia rigurosa de atenerse a los hechos, es decir, a la realidad en cualquier clase de investigación. Esto implica admitir que solo conocemos aquello que nos permitan conocer las ciencias tanto empíricas como formales, y el único método de conocimiento es el propio de las ciencias naturales, que utilizan la observación y la experimentación y los métodos estrictamente cuantificables.

En realidad, el cientificismo entraña un reduccionismo, ya que reduce o constriñe el conocimiento a la ciencia y sus procedimientos, tal postura y visión del mundo comienza a cobrar vigor en el siglo XVIII, en la etapa de la ilustración europea que se caracterizó por la exaltación de la razón científica y matemáticas como factor determinante del progreso humano. Más tarde es reafirmada por la filosofía positivista inaugurada por el filósofo francés Agusto Comte, quien hizo culminar el proceso histórico en la etapa positivista o de la ciencia libre de misterios mitológicos, religiosos o metafísicos y con una gran apertura al conocimiento científico único que garantiza la verdad y corroboración del dato real.



El cientificismo se convierte en una postura ideológica sobre la ciencia como advierte Evandro Agazzi en cuanto deforma el verdadero sentido de la realidad científica. La ciencia moderna surgida en el “Renacimiento se caracterizó por el hecho de haber abandonado la actitud metafísica en relación con la realidad natural, para limitarse a la indagación de algunos aspectos delimitados de los hechos físicos y de fenómenos sociales. Sin embargo:

a)     El cientificismo pretende dar a la ciencia un puesto privilegiado al considerar que tiene un poder de decisión totalizador respecto de las demás actividades humanas. Además, adjudica demasiada confianza en la ciencia, al grado de caer en la tentación de minimizar su característica propia, que es la verificación o la demostración de sus hipótesis y afirmaciones.
b)     Es intolerante, como toda ideología, porque apartándose de los criterios de la ciencia como los de argumentación racional, objetividad y el control empírico impone conceptos científicos acordes con la ideología burguesa dominante.
c)      El principio de la factibilidad (por el cual los enunciados científicos estarán siempre disponibles a la crítica de la comunidad científica hasta que hayan superado victoriosamente todas las pruebas en las cuales se parte del supuesto de que son falsos), es también minimizado o anulado.

Es preciso indicar que el cientificismo en cuanto ideología se inicia a fines del siglo XIX a partir de las ideas gestadas en la ilustración en la que se coinciden a la razón como el instrumento que nos liberará de la ignorancia de la metafísica, de los dogmas religiosos y de los mitos. La razón se convierte aquí en el instrumento primordial de la ciencia moderna, en la nueva luz que iluminará y dará fundamento a la ciencia de la modernidad y al nuevo orden social.

Por último, el cientificismo se plasma en las utopías que proyectan la implantación de una sociedad científica basada en la idea de que la ciencia, por si misma, dará origen a una sociedad “perfecta” y feliz.

Escobar E. Gustavo. Ética y valores 2. pág. 6 y 7


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