LECTURA 2
Isidoro
Augusto María Francisco Javier Comte nació en Montpellier en 1798 y muere el 5
de septiembre de 1857.
En 1814 ingresa en la elitista
Escuela Politécnica, de la que será expulsado en 1816, acusado de
republicanismo e indisciplina.
El pensamiento de A. Comte.
La filosofía de Comte entronca con
la revuelta moderna contra los antiguos que inició Francis Bacon
y extendió L‟enciclopédie francesa y que consistió, a grandes rasgos, en la asunción de la razón y la ciencia
como únicas guías de la humanidad capaces de instaurar el orden social sin
apelar a oscurantismos teológicos o metafísicos.
Los problemas sociales y morales
han de ser analizados desde una perspectiva científica positiva que se
fundamente en la observación empírica de los
fenómenos y que permita descubrir y explicar el comportamiento de las
cosas en términos de leyes universales susceptibles de ser utilizadas en
provecho de la humanidad.
Comte afirma que únicamente la
ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes que gobiernan no sólo la
naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida como la sucesión y
el progreso de determinados momentos históricos llamados estados sociales.
La humanidad en su conjunto y el
individuo como parte constitutiva, está determinado a pasar por tres estados
sociales diferentes que se corresponden con distintos grados de desarrollo
intelectual: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto y
el estado científico o positivo.
Este tránsito de un estado a otro
constituye una ley del progreso de la sociedad, necesaria y universal porque
emana de la naturaleza propia del espíritu humano. Según dicha ley, en el
estado teológico el hombre busca las causas últimas y explicativas de la
naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas, primero a través del fetichismo
y, más tarde, del politeísmo y el monoteísmo. A este tipo de conocimientos le
corresponde una sociedad de tipo militar sustentada en las ideas de autoridad y jerarquía.
En el estado metafísico se cuestiona la
racionalidad teológica y lo sobrenatural es reemplazado por entidades
abstractas radicadas en las cosas mismas (formas, esencias, etc.) que explican
su por qué y determinan su naturaleza. La sociedad de los legistas es propia
este estado que es considerado por Comte como una época de tránsito entre la
infancia del espíritu y su madurez, correspondiente ya al estado positivo. En
este estado el hombre no busca saber qué son
las cosas, sino que mediante la experiencia y la observación trata de explicar
cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e intentando deducir sus
leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la naturaleza (y la
sociedad) en provecho de la humanidad. A este estado de conocimientos le
corresponde la sociedad industrial, capitaneada por científicos y sabios
expertos que asegurarán el orden social.
Si la aparición del estado positivo
se correlaciona con la mayoría de edad social e intelectual de la humanidad,
esto se debe a la desaparición del espíritu metafísico como una evolución
natural hacia el estado idóneo de la razón que traerá consigo el orden y la
reorganización social. Se trata de una total "regeneración" que viene
determinada por el progresivo desarrollo de las ciencias que, según Comte, han
seguido cursos y ritmos distintos, siendo la más retrasada la física social.
La filosofía positiva hace un
intento de clasificación de las ciencias, concebidas unitariamente como ramas
de un tronco común que, evolutivamente, forman un continuo en el que el
desarrollo de cada una establece las bases de la ciencia siguiente.
Comte clasifica las ciencias en
cinco fundamentales: astronomía, física, química, fisiología y física social o
sociología. Rechaza como ciencia a la psicología y a la economía y concibe a
las matemáticas más como un método e instrumento previo que como ciencia teórica.
La finalidad de las ciencias es el
control y el dominio de la naturaleza y
la sociedad. La búsqueda de relaciones estables entre los fenómenos deriva
en la construcción de leyes que permiten predecir el futuro: paso previo a todo control.
Derivada de la fisiología, la
sociología, como culminación del espíritu positivo, se dedicará al estudio de
los fenómenos sociales y de sus leyes como camino para explicar la evolución de
la humanidad y favorecer un progreso controlado de la sociedad que excluya todo
posible cambio o revolución incontrolada.
Textos de Elena Diez de la Cortina Montemayor
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